Estamos inmersos en un periodo de transformación digital en el que las empresas se encuentran en un proceso de adaptación a las nuevas tecnologías que están cambiando el modo de hacer (y entender) los negocios.
Estas tecnologías no solo serán claves en la mejora de la productividad de una organización (uno de los grandes objetivos de cualquier estrategia empresarial), sino también en la satisfacción del empleado y en su grado de compromiso.
Mayor productividad
Por un lado, avances como el Big Data y la Inteligencia Artificial ayudan a las empresas a ser más eficientes, a enfocarse en los clientes, productos y servicios que más interesen y, en definitiva, a utilizar mejor los activos de la organización.
La recogida masiva de datos y su análisis, así como la capacidad de que los objetos se comuniquen entre sí (Internet of Things), son por lo tanto un pilar fundamental para aumentar la productividad.
Sin embargo, para lograr este cometido hay un elemento clave que no conviene olvidar: los empleados. Y es que por mucha tecnología que se emplee o se integre en los procesos de negocio, si el equipo humano no funciona, el resultado seguirá siendo deficiente. Este es un asunto de suma importancia.
Trabajadores satisfechos
La experiencia laboral de cada persona tiende a marcar su efectividad como empleado. Si alguien está motivado y comprometido, generalmente será más productivo. Y la tecnología tiene mucho que aportar.
En primer lugar, y más allá de las ayudas que pueda obtener, el equipo humano mejorará la percepción que tenga de la empresa con la implantación de tecnologías que mejoren las dinámicas laborales. Si la innovación se emplea adecuadamente, aportará una visión de proyecto a medio y largo plazo, lo que redunda en la confianza del trabajador.
Una de las cosas que las nuevas tecnologías y el acceso a las redes ha cambiado es la percepción que se tiene de algunos puestos de trabajo. En la actualidad es posible trabajar en un ordenador, teléfono o cualquier otro dispositivo con acceso a Internet desde casi cualquier lugar. Esto aporta una flexibilidad que los empleados valoran favorablemente, dado que supone una gran ayuda para la conciliación de la vida laboral y personal.
Cuantificar y analizar el rendimiento
Además, esa flexibilidad, unida a la posibilidad de cuantificar y analizar el rendimiento tanto de personas, como de tecnologías implantadas o incluso del plan de negocio gracias al uso de las citadas Big Data e IA, tiende a cambiar el paradigma laboral que ha imperado durante décadas. En muchos sectores, se podrá trabajar por objetivos y dejar de hacerlo por horario, lo que también redunda en un mejora de la productividad. Si un empleado es valorado por el trabajo que realiza independientemente de las horas que pasa en su puesto, se sentirá más valorado.
Finalmente, la tecnología aporta herramientas que facilitan el trabajo colaborativo. En la actualidad no es necesario estar en la misma sala para trabajar en un mismo proyecto, sino que la conexión entre los miembros de un equipo puede ser permanente. Este hecho posibilita una mejor coordinación, al tiempo que une más a ese equipo, aumentando el sentimiento de pertenencia y, por consiguiente, mejorando el compromiso.
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